Este domingo, 12 de noviembre de 2023, se ha cumplido el 375 aniversario del nacimiento de una de las figuras más relevantes en la poesía hispanoamericana, así como una de las primeras mujeres que luchó a favor del papel de la mujer en la sociedad de la época.
Se trata de Juana Ramírez de Asbaje, más conocida por su nombre religioso: Sor Juana Inés de la Cruz.
Nacida en una época en la que las mujeres se dedicaban principalmente roles domésticos, como esposas o monjas, negándose su acceso a la educación y la cultura. La poetisa rompió con los estándares establecidos, convirtiéndose en una de las consagradas heroínas que enriquecía la cultura del país.
Entre algunas de sus obras recordamos:
Contiene una fantasía contenta con amar decente
Detente, sombra de mi bien esquivo
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que, aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
Al ingrato que me deja, busco amante
Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.
Si a este pago, padece mi deseo;
si ruego a aquel, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo por mejor partido escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que de quien no me quiere, vil despojo.
Inicios en la Literatura
Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana inició su pasión por las letras desde muy pequeña, con tan sólo 3 años ya sabía leer.
Posteriormente, a los 16 entraría a la corte del Virrey Antonio Sebastián de Toledo, quien admiraba tanto su inteligencia que llegó a exponerla a una especie de “examen” hecho por filósofos, historiadores y otros poetas para conocer sus capacidades.
Sor Juana decidió entrar al convento de las Carmelitas descalzas de México y, más adelante, al convento de la Orden de San Jerónimo, donde pudo continuar con sus estudios.
Gracias a su reconocimiento y respeto por parte de personalidades de la sociedad de la época, Sor Juana pudo seguir con su carrera literaria, construyendo su propia biblioteca con obras de diferentes ramas como: Filosofía, Astronomía, Lengua o Teología. Siendo en esos años en los que comenzó a crear sus propios poemas, obras de teatro, piezas musicales…
Además, las hermanas jerónimas le apoyarían durante toda su carrera profesional, ayudándola con su vocación literaria.
Fuente de inspiración para los escritores de la época y objetivo de la Inquisición
Sor Juana Inés de la Cruz pudo crear la más célebre producción novohispana, destacando la lírica, la prosa, el teatro y arte sacramental. Lo que le llevó a ser fuente de inspiración para los escritores de la época y, aún más importante, un reclamo femenino por su compromiso con la educación y la cultura. De hecho, su obra tuvo tal influencia, que serviría como antesala a los artistas del movimiento posterior: la Ilustración.
Aunque, no fue un camino fácil. Al ser una de las primeras grandes poetisas de la Nueva España, también fue objeto de ataques y acosada por parte de la sociedad misógina, en aquel momento acostumbrada que la literatura fuera obra de los hombres.
En contraposición, Sor Juana no se dejó encasillar en los roles femeninos de la época, un ejemplo de ello podemos verlo en sus obras, como Hombres necios:
“Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?…”
Este tipo de escritos, hablando de temas relacionados con el feminismo o temas sacramentales, le costaron la crítica por parte de algunos clérigos. Hasta el punto de que la Santa Inquisición le pondría final a su producción tras escribir la “Carta Atenagórica”, siendo obligada a retractarse de sus palabras.
Finalmente, Sor Juana Inés de la Cruz fallecería en abril de 1695, víctima del Tifus. Aunque su figura se ha seguido recordando a lo largo de los años, especialmente la fecha de su nacimiento, 12 de noviembre, y la fecha de su muerte, 17 de abril.
Tal ha sido su importancia en la historia mexicana que, no sólo apareció en el billete de 200 pesos, una universidad de Ciudad de México lleva su nombre y la Cámara de Diputados entrega la medalla Sor Juana Inés de la Cruz como distintivo para premiar a las mujeres que hayan destacado o resalten en la lucha social, cultural, política, científica y económica a favor de los derechos de las mujeres.