Elvia Carrillo Puerto, nacida el 6 de diciembre de 1878 en Motul, Yucatán, fue una figura emblemática en la historia del feminismo y la política mexicana. Desde una edad temprana mostró un gran interés por la política y la defensa de los derechos de las mujeres. Desafiando las normas sociales de la época, se dedicó a la educación y se convirtió en una voz influyente en su comunidad. Su determinación y liderazgo la llevaron a destacarse como una figura prominente en la lucha por la igualdad de género en Yucatán y en todo México.
En 1923, Carrillo Puerto hizo historia al convertirse en la primera mujer en ser electa diputada federal en México, representando al estado de Yucatán. Su elección marcó un hito en la historia política del país y abrió nuevas oportunidades para la participación de las mujeres en la vida pública. Como diputada abogó incansablemente por la igualdad de género y promovió leyes para proteger los derechos de las mujeres y los trabajadores. Una de sus principales contribuciones fue la promoción de leyes laborales que protegieran los derechos de las mujeres, incluyendo regulaciones sobre horas de trabajo, condiciones laborales y salario mínimo.
Su activismo también se extendió al ámbito educativo, abogando por el acceso equitativo a la educación para las mujeres y promoviendo la creación de escuelas públicas y programas de educación para adultos. Además, defendió el matrimonio igualitario y la protección a víctimas de violencia de género, entre otros aspectos socioculturales.
La Monja Roja
Además de su destacada labor legislativa, Carrillo Puerto desempeñó un papel activo en los movimientos activistas de su época. Se unió a figuras influyentes como Felipe Carrillo Puerto, su hermano y líder revolucionario, en la lucha por los derechos de los campesinos y los pueblos indígenas. Su compromiso con la justicia social y la reforma agraria la convirtió en una defensora incansable de los derechos humanos en México.
Desempeñó, además, un papel activo en la organización y movilización de las mujeres en la lucha por sus derechos. Fundó numerosas organizaciones y asociaciones de mujeres, incluyendo clubes feministas, cooperativas de trabajo y sindicatos de trabajadoras. Su capacidad para organizar y movilizar a las mujeres la convirtió en una líder respetada y admirada en los círculos feministas y políticos de la época y la situaba en una situación de suffragette, alejada de contextos moderados y a favor de actividades de acción directa para exigir la efectividad de la ejecución de las propuestas.
Participó en campañas de concienciación y promoción del voto femenino, organizando mítines, manifestaciones y conferencias para instar a las mujeres a ejercer su derecho al voto. Su perseverancia y compromiso contribuyeron al éxito del movimiento sufragista en México y allanaron el camino para la aprobación del sufragio femenino en 1953.
Todas estas labores contribuyeron a la construcción de su alias “La Monja Roja” en referencia, por un lado, a sus actividades sociales que respondían a los valores éticos y católicos con los que había conformado su persona y, por otro lado, a su implicación activa en movimientos políticos de izquierda. La confluencia de ambos términos refleja la complejidad de su ideología y sus creencias.
Un legado atemporal
En reconocimiento a su incansable trayectoria política, Elvia Carrillo Puerto fue homenajeada con numerosos premios y homenajes a lo largo de su vida. Su legado perdura como un símbolo de la lucha por la igualdad de género y la justicia social en México y en todo el mundo, inspirando a generaciones de mujeres a seguir sus pasos y a continuar la lucha por un mundo más justo e igualitario. En 2013 el Gobierno de México decidió crear un reconocimiento homónimo, con intención de aplaudir la labor feminista y social de las mujeres mexicanas. Desde entonces se entrega el 8 de marzo coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer.
Elvia Carrillo Puerto sigue siendo recordada como una de las figuras más influyentes en la historia política y feminista de México. Su valioso legado continúa inspirando a las personas a trabajar por un mundo más justo e igualitario para todos. A través de su ejemplo, Carrillo Puerto demostró que el cambio es posible cuando nos atrevemos a alzar la voz y luchar por lo que creemos.
