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La tecnología de la que tanto se comenta y que está suponiendo una revolución sin precedentes cuenta con un problema que más que tecnológico, muestra lo más deficiente del ser humano.
Toda inversión y, en general, toda actividad económica puede conllevar un riesgo.
Imagina que tienes una empresa. Del 1 al 10, ¿cómo de importante crees que es resaltar en el mercado y que la audiencia te reconozca por delante del resto de competidores? Probablemente, nos acerquemos más al 10, ¿verdad?
Trabajar es el método más común de ganar dinero. Desempeñar funciones a cambio de un salario o retribución nos permite aumentar nuestros ingresos y, finalmente, ganar dinero. Sin embargo, no es la única manera de hacerlo.
Los procesos de selección de personal ya están empleando la Inteligencia Artificial, sobre todo en procesos masivos.
Si tuviésemos que nombrar el órgano del cuerpo humano con un funcionamiento más complejo, probablemente, todos coincidiríamos en que se trata del cerebro humano.
Imagina que eres dueño/a de una empresa y estás buscando personal para próxima incorporación. ¿Qué preferirías: un profesional que sepa controlar su ira en momentos de enfado u otro que no sepa hacerlo?
Si tienes una empresa y quieres abrirte a los mercados internacionales, seguro que ya sabes que no puedes utilizar la misma estrategia empresarial que has trazado para el mercado nacional, ¿verdad?
Los algoritmos que hay detrás de la Inteligencia Artificial se encargan de procesar grandes cantidades de datos haciendo posible “acertar” con cualquier pronóstico de resultados sobre los procesos electorales